LA PALABRA QUE VUELA, QUE CALA HONDO

Esa persona que te deja caer como alcanzar un pequeño logro, en este deporte que de tanta disciplina requiere (quizás como todos, pero para mi es único aunque sea minoritario); o mejor alagar tu logro como si fuera singular, especial. Esa persona cuya alegría se mueve más entre el filo de una hoja que entre el eco de los aplausos; alegría que desmenuza en una palabra bien pensada y que como la lluvia deja un rastro de otro lenguaje que cala más hondo.

Esa persona que amaga siempre hacia lo positivo como una amapola en convertir al aire en rojo, sabiendo que la libertad como el viento es indomable. Es una amante de la libertad y quiere y desea y ama y empuja esa libertad hasta hacerla nube que lo envuelve a él y a los que lo rodean; la muestra con sabiduría exquisita y la deja caer como soplo vivificante que alienta y enorgullece al que es capaz de escucharla.

¿Cuántos equipos, cuántos club querrían contar  con un liberador de los anegos, de las impotencias que generan las primeras inmersiones en el difícil mundo del tiro con arco? Sobre todo cuando  se hace con un piropo, con ver un excelente donde apenas tu has llegado a lo regular o a lo mediocre.

Y luego, con extraordinaria paciencia, explora la imagen, tu imagen, la imagen del arco, del plano, de la ondulante flecha y te la eleva para que te sientas digno en tu apostura (no olvidemos que en muchos, muchas veces, tantas…,nuestra apostura se encuentra lejos del ideal del atleta griego, inmortalizado por Fidias).

 En esta mecánica de la casualidad, en la que nos movemos, es importante contar con una musculatura física y mental como la de José Fernando Buitrón Gijón, que nos anime a asimilar la dinamita que, en un minuto, nos carga este deporte, o la vida misma.

                                 Autor:  Manuel Muñoz Moreno

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