Una sonrisa menos en el carcaj

Ángel García Cáceres

Hoy nos hemos despertado con la triste noticia del fallecimiento de nuestro compañero Ángel García Cáceres. Arquero desde los inicios del club, su presencia siempre nos arrancaba una sonrisa. Dispuesto a colaborar, siempre amable y sobretodo jovial, una persona que se ha ido dejándonos un recuerdo imborrable y una profunda tristeza.

Ángel era de esas personas que siempre están dispuestos a ayudar, que arriman el hombro y en los momentos más duros, te cuentan un chiste para hacerlo todo más llevadero. En estos momentos nos vienen a la cabeza cien anécdotas, muchas comidas y miles de flechas compartidas.

Amante de la ciencia, como buen profesor de geología, nos contaba curiosidades sobre el suelo que pisábamos o nos enseñaba el último juguete tecnológico que se había comprado, o que había instalado en el instituto. Era un profesor vocacional, que se entusiasmaba cuando hablaba de sus experiencias con los alumnos, lo que les enseñaba y lo que aprendía de ellos.

Su primer arco fue un recurvo olímpico, uno mítico, el Gold Medalist. Fuimos a una de nuestras primeras competiciones y con aquel arco Ángel alcanzó los 500 puntos, logro que te señala, simbólicamente, como arquero destacado. Unos años después, cambió su modalidad, tirando con un arco de poleas, con el que también hizo muchas buenas tiradas. Pero lo más importante es que si necesitabas un ajuste o un consejo, siempre podías contar con él.

Vamos a echar mucho de menos al arquero y al amigo, la celebración de sus dianas, sus chistes y su afecto. Sin él, volveremos a pisar la línea de tiro con una sonrisa menos en el carcaj.

D.E.P.

Adiós Manuel

Hoy la cruel enfermedad ha hecho diana en la vida de Manuel, arrebatándonos al arquero, al poeta y al amigo. Tras llevar meses plantándole cara al dolor y arañándole días a los meses, estábamos esperanzados en volver a ver a nuestro compañero tensando un arco, recitándonos unos versos o simplemente compartiendo charla, ingenio y sonrisas, pero no ha sido así, hoy Manuel ha fallecido, dejándonos tristeza y añoranza.

Manuel Muñoz

Manuel Muñoz

Manuel nos ha enseñado a no perder la ilusión, a vivir la vida siendo el niño que espera nervioso el recreo para jugar. Su llegada a este deporte fue en categoría de veterano, pero el entusiasmo que trasmitía era propio de quien descubre un tesoro, se maravilla con un paisaje o ve el mar por primera vez. Cada vez que su flecha pinchaba en el amarillo, se le iluminaba la cara y se sentía tan feliz que conseguía contagiarnos.

A veces, escribía artículos para la sección Pluma de Plumas, donde reflejaba el lado más humano de este deporte, ofreciéndonos una perspectiva personal, llena de cariño, del club y sus integrantes.

En ocasiones, se le escabullía entre los dedos su alma de poeta, y un simple correo electrónico o un mensaje de texto lo convertía en un fragmento literario, donde aspectos técnicos o de gestión eran envueltos por las mismas palabras con las que se escriben sonetos o se narran historias.

Siempre se adelantaba al despertar del sol, lo recibía atento con los ojos abiertos, le encantaba madrugar, y quería que sus primeras flechas llegaran antes que los propios rayos del astro rey. Las primeras horas del día le llenaban de energía, y cada domingo nos proponía empezar un poco antes los entrenamientos.

Manuel nos deja recuerdos que no queremos olvidar, que nos despiertan sentimientos de ternura, bondad, alegría e ilusión, que nos harán sentir que falta alguien en la línea de tiro, que no están todas las flechas tiradas, que no están todos los puntos anotados, pues faltan los dieces de una persona de diez.

D.E.P. Manuel Muñoz

 

Contamos con una directiva competente y eficaz

SAM_0071Sin  equipos directivo tan competentes, el club, los clubes de tiro con arco de Argamasilla y Puertollano se hubieran deshecho hace tiempo. Muchos no somos conscientes de la riqueza que eso supone; tener a Miguel Ángel a la cabeza, con Graci como presidenta del club de Argamsilla aunando impulsos,  y con  un vicepresidente como Fernando que mantiene  una entrega continua  en este blog y en la ayuda a muchos de nosotros desde que utilizamos el arco de inicio, o una secretaria como Maribel o vocales como Pablo (que haríamos sin su logística) o  Pedro Casero sin que las cuentas cuadren. Completan este elenco los valioso aportes por parte del club más pequeño, el de Argamsilla con Mario, Elisa, Camilo y Miguel Ángel Checa me faltan adjetivos suficientemente adecuados para definir el esfuerzo todos ellos.

Miguel Ángel, como le comentaba personalmente, es un conseguidor, buen diplomático, mantiene excelentes relaciones con los políticos de sendos pueblos, y, sobretodo un lince a la hora de buscarnos locales: el de la calle Pelayo o el del Cerrú, además de su dedicación. Horas que serían imposibles de pagar.

Todo ello da como resultado  clubes vertebrados. Un clubes que animan el deporte de ambas localidades con algo distinto al consabido y mayoritario fútbol en todas sus variantes. Sí, hay que dar las gracias a las concejalías de deportes de Argamasilla y de Puertollano por las facilidades que nos ofrecen al dejarnos los pabellones deportivos para que podamos realizar las competiciones todos los domingos. Pero lo hacen por la seriedad que ofrecen los dos clubes, sin esa disciplina estaríamos en el andén, seríamos marginales o clandestinos, sin existencia ni capacidad para tenerla.

Los que como yo, hemos accedido o hemos descubierto tarde nuestro deporte preferido; hubiéramos estado condenados a perdernos este goce.

Solo una reflexión se me ocurre para este apunte: riámonos, seamos alegres pero compensemos tanta entrega arrimando al máximo el hombro, en lo que nos pidan y en algo más. Suerte y a gozar de este deporte.

Autor: Manuel Muñoz Moreno

Elisa Buitrón, cálida alegría en el campo de tiro con arco

La tensión es inherente al deporte, sea cual sea éste. Es posible (digo que sólo es posible, no deseo malas interpretaciones) que los deportes que necesitan de equipos, estás tensiones tienden a ser menores por el apoyo de unos a otros. En el caso del tiro con arco, la tensión la sufre integra el arquero: es tan grande, a veces, que muchos compañeros han perdido puestos o competiciones por sumirse en “estados nerviosos”.

Es un deporte duro en este sentido y sobre todo por la cadencia o el ritmo o la secuencia de la que va impregnada la actividad. De ahí que se aprecie en grado sumo a las personas que al practicarlo son capaces de impregnar de alegría el ambiente (como soy un negado para ello lo aprecio, tal vez, mucho más) como lo hace María Elisa Buitrón Gijón: es la cálida alegría repartiéndola como suave, liviana lluvia a los largo y ancho del campo de tiro; su menuda figura alienta una risa diáfana, transparente, como una catarata de fino cristal pero irrompible.

Los gestos nos transmiten información que las palabras necesitarían cientos de líneas en explicar u horas de charla. Así, Elisa con sus movimientos ágiles y sencillos, además de transmitir unos deseos enormes de vivir intensamente, nos induce a que atrapemos el instante en que estamos, la hora en la que actuamos, el día en el que vivimos con una corriente vital tan fuerte como si nos estuviera diciendo: atrapa el momento, no esperes, no te fíes del que viene, y, en ello va la carga de profundidad de un pensamiento firme o dicho de otra manera, realista, o, como tenemos por costumbre decir: “es una mujer que lo transmite con los pies en la tierra”. Sabemos o, saben los que más la han tratado, que siempre es consciente de lo que se trae entre manos. Si a esta cualidades, ya de por sí suficientes, le añadimos que está enriquecida por una fuente de sensibilidad especial que la hace generosa en la delicadeza al tratar con los que compartimos su  actividad deportiva, puedo afirmar que es capaz de convertir,  en  hacer mas hermosos, más mágicos los lugares (todos los lugares pueden ser mágicos, o tienen algo de magia; pero lo aumentan más las personas que los habitan)  por los que pisa y los momentos en los que está, lo que, aunque ella no quiera, la hace un poco imprescindible, se la hecha de menos , se la necesita.

El cuadro del deporte del tiro con arco, sin Elisa, está empobrecido: les faltan los colores cálidos y fuertes que lo hacen atractivo, bonito, hermoso.

                                                 Autor: Manuel Muñoz Moreno

Antonia Real (Toñi), energía y solidaridad en el tiro con arco.

(Rara rosa en un deporte tan competitivo)

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Toñi Real, 1ª derecha

Y tienes la energía o sientes la energía antes de ver su rostro. Toñi (abreviada expresión de un nombre que le hace justicia en toda su extensión Antonia Juliana Real Gavilán, nombre de música, de agua y de viento) es así que sientes su presencia hasta donde no está, desde el más pequeño rincón del campo de tiro domina, observa, abarca toda la actividad del tiro con arco. Presientes que, si pudiera, tendería un manto de acariciador viento que alejara peligros, que despertara alientos y mejorara esfuerzos. Nunca se había acoplado un nombre a tan especiales cualidades: parece que observa al vuelo tu gesto antes de que concluya, y aletea su sensibilidad, con autoridad majestuosa, cincelando sus observaciones hasta hacerlas precisas para que te sean útiles.

Toñi parece, es como una sabana de solidaridad, plena de luna, salvando de la negrura tanto día aciago como nos trae este tiempo de desconcierto, auspiciado por un individualismo egoísta (lo saben muchas de las personas que viven cerca de ella, salvando siempre contratiempos). Lo sabemos quienes compartimos su afición por el deporte del tiro con arco, nos sentimos orgullosos de tenerla por compañera (aunque sus inquietudes abarcan muchos campos, haciéndose así misma, de esa forma, inmensa).

Así, hasta los que de fuera vienen en muchas de nuestras competiciones, apropiársela quieren. Por fortuna para nosotros, también está adornada por la sencillez y no busca aureolas o coronas en lejanos campos y quedamos, pues, sosegados sabiéndola próxima, volcada en los afectos y cariños más cercanos. Rara flor, rara rosa para un deporte tan competitivo.

 

Autor: Manuel Muñoz Moreno

Maribel Rubio la superación continua en el tiro con arco

Como un paisaje tendido, como un camino que lleve al paraíso, así intuyo la vasta, la profunda, la singular personalidad de Maribel Rubio, esta arquera anclada en la superación permanente está dotada de una  alegría como la blanca nieve que da agua a los montes en el mes de junio, empapa las mentes y los espíritus, las almas de los que con ella practicamos el deporte del tiro con arco.

Si describir las cualidades de cualquier persona es difícil, si además tiene la virtud de practicar un deporte exquisito; pero no minoritario por lo caro o inaccesible (además está pleno de gente buena que tiende los brazos a aquel o aquella que desee, que quiera practicarlo), si no por su elegancia y los principios de superación que inculca; en el caso de Maribel tiene el aliciente añadido de que toda ella es un ecosistema donde se aúnan vientos, lluvias y fuegos que hacen que notes emanar de su espíritu la pureza, algo que los hombres tendemos a olvidar  en cualquier recodo fácil de la vida. Desde ese umbral, percibes la conquista de un territorio, de un tiempo donde es sencillo alejarse de las ventiscas. Un espacio de quietud, percibido de forma unánime, donde se establece el rigor de los días en calma que animan como una senda  que llevara mitigar el dolor alcanzando la paz de las alturas. No es que haya rehuido los defectos escogiendo sólo lo perfecto, es que los ha pulido hasta hacerles emanar una luminosidad propia, es como un diamante capaz de haberse auto esmerilado hasta ser capaz de brillar con una luz no prestada.

Es así que Maribel, en la levedad del gesto, nos abre fronteras que cierran fracturas y restañan la fragilidad  que se apodera de la voluntad ante la ausencia de razones. Puede ser, sin proponérselo, una diosa del hilo que nos acerca, nos une, nos armoniza con la naturaleza  misma de las cosas. Y aún más en esta hermosa actividad.

 Autor:  Manuel Muñoz Moreno

Pablo Romero, singular arquero, persona real, esencia de personaje de historia principal o cuento.

De izq. a der. Pablo Romero y Manuel Muñoz

Te encuentras cerca de Pablo Romero (una especie singular de arquero, él se define elegante pero le gusta utilizar los zapatos viejos) y estás bajo un techo tranquilo que parece cubrir tus hombros de un azul descarado, insolente, permanentemente quieto. Puede saber de todo pero nada quiere  conocer de la historia en estos tiempos revueltos; para él solo sucede o parece suceder el  cándido, el ingenuo vuelo de las palomas blancas. No se conmueve el aire y si alrededor tuviéramos un mar o un océano no se removería más alta de  lo debido ninguna soberbia ola; nunca existirían, ni existirán las tormentas, los huracanes o los fieros vientos: tiende en rededor una hermosa, una cómoda calma en la que no tienen cabida los naufragios. Es como estar en una playa cuya arena no se atreve a levantar el viento (sólo a su pelo lo deja al libre albedrío del aire ligero); el polvo de los desiertos, hasta el de las resecas tumbas de tierra en verano es sólo algo de maquillaje que nos llega desde muy lejos. Las tensiones son algo de vida, ecos que reflejan el girar -inclinado- de esos mundos que pueden hasta ser peonzas o ramas rotas por el viento.

Pablo, arquero de zapatos viejos; tengo que  explicarme una y otra vez que es persona real, pero tan buena, que podría ser un personaje, es esencia de “quijote” o  “principal” de historia o cuento. Sus silencios no acrecientan el vacío, no alimentan distancias o alejamientos: encienden un poco más si cabe los momentos de la tarde. Y preparan así caminos como si pudieran, en la noche, arribar las estrellas; y en el amanecer sentir cantar a los luceros del alba bellos poemas.

Importa poder disfrutar a su lado del deporte genuino, hermoso y extraordinario del tiro con arco; importa porque el tiempo pasado con él, como amigo, se marca en nuestras manos y su sombra refulge con un brillo especial en nuestros ojos.

Con Pablo se aprecian las cosas de otra manera: infunde al arremolinado mar que nos rodea tal tranquilidad que parece que los males, las tragedias que hacemos de ellos, como engañosos veleros resbalen sobre el mundo dejando nuestro tiempo sereno.

Con él he aprendido a apreciar el silencio como si de él manara el murmullo que en otoño hacen las hojas secas. Silencio que acomoda, calma y ahueca: apreciado rincón del necesitado descanso, humus que alimenta al imprescindible sueño.

 

  Autor: Manuel Muñoz Moreno

Francisco López, Quico o el arte en el Tiro con Arco

Cuando la sabiduría se lleva en las manos y en las manos un arco, el hombre se convierte en un artesano del deporte; un artista que hace bailar la flecha para que acierte en el pleno  del blanco. Y ya no es el diez, es la X, el súmmum, lo sumo en el valor de la diana. Francisco López,  es autor del “robin” (dar en el centro de una flecha, es decir en el culatín, introducirse en otra flecha que ya estaba en el mismo centro de ese blanco) en los ensayos de la gala del deporte de Argamasilla de Calatrava. Quico para todos los que lo conocemos es el ejemplo de que existe el virtuosismo en el deporte, un encantador, un ilusionista, un virtuoso del tiro con arco. Consciente de que las bonanzas no son eternas, que el tiempo hace de que  hasta desaparezca el agua dulce; no quiere que el valor que guardan sus pellejos llenos del viejo vino de la sabiduría en este arte, se pierda, y se vierten con colmo en aventajados alumnos, en los que no somos tan aventajados, en los que sólo somos y seremos siempre simples aprendices. Sabedor que el agua, el sudor, el hierro de la firmeza, hasta el ciego sol con el alma, nada dura, apenas dura: nos deleita con días de gloria y con palabras intensas del contenido de este deporte entre frescos flecos de sonrisa.

Es nuestro Quico, una joya de delicadeza, de firmeza en la disciplina deportiva y de ductilidad, su hierro se vuelve flexible como el junco o la hierba en primavera y así se adapta a la adversidad y su aparente debilidad se convierte en fuerza. Es ese espíritu el que nos transmite, el que nos impregna cuando práctica este hermoso deporte junto a todos nosotros. Sabe que no hay dioses y que es la voluntad la que organiza la vida de los hombres. Puede que como a todos le asalten las dudas, que tantas veces nos hacen errar, como humanos que somos. Pero esa reciedumbre carga de energía su pequeña figura y deja, nos muestra, que al fin y al cabo las cosas son como son y por lo tanto es inútil la huida. ¿Puede quedar mejor enseñanza para el que quiere practicar un deporte,  con no pocas dificultades? Una enseñanza sencilla que también podemos aplicar a la vida misma.

 Autor: Manuel Muñoz Moreno

En el tiro con arco: Marina Guijarro, la elegancia rayando lo perfecto

No podemos generalizar: ningún deporte se lleva a las mejores personas. Pero sí, tengo que reconocer que en el tiro con arco estoy descubriendo hombres y mujeres maravillosos, extraordinarios. Cualidades poco comunes. La vida no da muchos respiros y por ello amamos con más intensidad la belleza: no abunda, y se aprecia más cuando la encuentras, como ahora, tan cercana. Hoy hablo de sensibilidad, de la hipersensibilidad trazando bucles de ilusión en las olas del viento; cuando la flecha de Marina cruza el aire el instante se hace más intenso y observo en los más jóvenes, en los ojos de los más pequeños una chispa de esfuerzo que anima a repetir el gesto en la suelta de su gigante dardo, donde los segundos se expanden mostrándonos que la vida puede ser más distendida, más plena, tal vez más amable. Es delicadeza en la enseñanza, firmeza en el respeto, seriedad con las normas. Toda una biografía al despertar en un ambiente hermosamente denso, impactado por la luz de un atardecer de ensueño. Marina es un ejemplo de constancia, del deporte del tiro con arco: un espejo en el que contemplar la estética, la elegancia rayando lo perfecto. E igual que la bondad es una virtud que se advierte en todo aquel que trabaja, investiga, crea y ama arrastrando la verdad en la materia, lenguaje o elemento que emplea; en ella esa bondad se cuaja de ética. Siendo a la vez persona que crece y acuna valores que entre filtros de ternura derrama por arrobas, siendo así, además, toda ella generosa: pudiendo entonces apreciar los elementos extraordinarios, maravillosos que su humanidad encierra y acarrea. Todo en un marco de sonrisa, de reflexión en la escucha, de reflexión en el silencio para que cuando el sonido que emita su garganta alcance la categoría de palabra, ésta, además de contenido lleve respeto.

Autor: Manuel Muñoz Moreno

LA PALABRA QUE VUELA, QUE CALA HONDO

Esa persona que te deja caer como alcanzar un pequeño logro, en este deporte que de tanta disciplina requiere (quizás como todos, pero para mi es único aunque sea minoritario); o mejor alagar tu logro como si fuera singular, especial. Esa persona cuya alegría se mueve más entre el filo de una hoja que entre el eco de los aplausos; alegría que desmenuza en una palabra bien pensada y que como la lluvia deja un rastro de otro lenguaje que cala más hondo.

Esa persona que amaga siempre hacia lo positivo como una amapola en convertir al aire en rojo, sabiendo que la libertad como el viento es indomable. Es una amante de la libertad y quiere y desea y ama y empuja esa libertad hasta hacerla nube que lo envuelve a él y a los que lo rodean; la muestra con sabiduría exquisita y la deja caer como soplo vivificante que alienta y enorgullece al que es capaz de escucharla.

¿Cuántos equipos, cuántos club querrían contar  con un liberador de los anegos, de las impotencias que generan las primeras inmersiones en el difícil mundo del tiro con arco? Sobre todo cuando  se hace con un piropo, con ver un excelente donde apenas tu has llegado a lo regular o a lo mediocre.

Y luego, con extraordinaria paciencia, explora la imagen, tu imagen, la imagen del arco, del plano, de la ondulante flecha y te la eleva para que te sientas digno en tu apostura (no olvidemos que en muchos, muchas veces, tantas…,nuestra apostura se encuentra lejos del ideal del atleta griego, inmortalizado por Fidias).

 En esta mecánica de la casualidad, en la que nos movemos, es importante contar con una musculatura física y mental como la de José Fernando Buitrón Gijón, que nos anime a asimilar la dinamita que, en un minuto, nos carga este deporte, o la vida misma.

                                 Autor:  Manuel Muñoz Moreno